
Oh Natasha, Natasha | Miguel Ángel Salinas Gilabert
Desde que te marchaste, ¡oh, Natasha!, echo de menos tus incomprensibles palabras. Continúa leyendo Oh Natasha, Natasha | Miguel Ángel Salinas Gilabert
Desde que te marchaste, ¡oh, Natasha!, echo de menos tus incomprensibles palabras. Continúa leyendo Oh Natasha, Natasha | Miguel Ángel Salinas Gilabert
Después de la molienda de la última pelea, sólo deseaba una cama para poder descansar y restañar las heridas. Continúa leyendo El luchador enmascarado | Miguel Ángel Salinas Gilabert
El sorprendente caso del cuerpo incorrupto de San Argimiro, santo patrón de los taxistas. Continúa leyendo El milagroso caso de San Argimiro | Miguel Ángel Salinas Gilabert
Por entonces mi padre me advirtió que aquella chica no me convenía. “Ese trabajo suyo es flor de un día”, fueron sus palabras. Continúa leyendo Zarandeado | Miguel Ángel Salinas Gilabert
¡Ay, Ramón, mi Ramoncín, cuánto te estoy echando de menos! Continúa leyendo Siempre tuyo, Ramón | Miguel Ángel Salinas Gilabert
Me pregunto, quién hoy día escribe cartas… Por lo visto, una tal Elisabeth Aldrin, de Manchester. En tu carta, si es que entendí bien tu inglés, me anunciabas que tu hijo vendría pronto a visitarme… Continúa leyendo Me pregunto, hijo mío | Miguel Ángel Salinas Gilabert
Las calles de Carabanchel Bajo están empedradas con cacas de perro. Todo lo contrario que las amplias aceras del barrio de Salamanca. No sé si será debido a que en este último habiten menos perros por metro cuadrado. O tal vez, porque en este barrio pudiente los vecinos sean gente civilizada… Continúa leyendo Llovizna | Miguel Ángel Salinas Gilabert
Hoy me senté a esperarlo cerca de la puerta, como hacía todas las mañanas desde hace cuatro semanas aproximadamente, aburrida de verle día a día la cara ojerosa y arrugada. Continúa leyendo Celos | Mirza Patricia Mendoza Cerna
A Domingo, a quien los años se le estaban yendo de largo sin percatarse de cuán rápido habían volado, le dominaba el ímpetu otoñal de los que intuyen el declinar de su lozanía, una fuerza reverdecida que lo conducía, por los … Continúa leyendo Borboteos otoñales | Miguel Ángel Salinas Gilabert