Por arriba del beso
que fue comida de gusanos
y de la rosa que se pudre,
cada mañana azul, en la caja del muerto.
Por arriba mil lunas de este hilo
de baba que en el suelo dejó el molusco pálido;
por arriba del pan mezclado con ceniza,
de la mano crispada junto al hierro.
Siempre, amor… Más allá de toda fuga,
de toda hiel, de todo pensamiento;
más allá de los hombres
y de la distancia y del tiempo.
Siempre, amor:
En la hora en que el cuerpo
se libra de su sombra… Y en la hora
en que la sombra va chupando el cuerpo…
Siempre, amor… (¡Y estas dos palabras náufragas,
entre alma y piel clavadas contra el viento!)
Sobre la autora

Dulce María Loynaz Muñoz fue una escritora cubana, considerada una de las principales figuras de la literatura cubana y universal. Obtuvo el Premio Miguel de Cervantes en 1992. Publicó sus primeros poemas en La Nación, en 1920, año en que también visitó los Estados Unidos.