Caminando de frente ignorando las curvas de tijera que espantaban nuestros bríos cada cien metros a paso largo y atravesando el parque con muros de ladrillo donde los besos al pie del poste nos encajaban en los pechos el olor de las manzanas se levanta el armazón de una reliquia Memorias muertas peces sedientos aleteando desfasados de la ola seca un relicario que en los rostros llueve escamas mientras en tierra silban los pájaros de iglesia aúllan andando a paso de hombre Recuerdo entonces la fe de a pocos que nos brotaba de los labios cerrados cuando dejábamos la vida en la saliva y adoraba por las tardes más que cualquier otro conjunto de palabras tu promesa: Bajo el sudor de los abrazos a pedazos se caían nuestras vidas me asegurabas Niña con el temblor labial de los agonizantes bella ignorante y señora de todas las cosas que aun cadáveres tú y yo seríamos inmortales.
Carlos Cavero