He querido escribirte, preguntarte cómo estás, si todavía piensas en mí, si hay algo de mi mundo que todavía te recuerde lo efímero que fuimos. He querido llamarte, importunarte, molestarte, ser algo para ti en esta vida que se me está yendo entre las manos. Y me digo que no bastó con querernos, nada de esto ha valido la pena, no en este momento donde me sostengo con una sola razón de seguir existiendo, por mera inercia.
He querido decirte que me ha ido bastante bien sin ti, que me las he sabido arreglar a mi manera, que hay días en las que me sonrío en el espejo y veo a la mujer de la que te enamoraste; pero también tengo días muy oscuros, donde solo soy la grieta por donde pasa la luz, donde me arrepiento de las decisiones que he tomado y te extraño.
Y, pienso que te gustaría saber que reservo tu lugar por si decides volver con una sonrisa, por si decides quedarte conmigo a pesar de mis errores, de mis altibajos, de mis mentiras, de todo aquello que me he convertido por ti y para ti, aunque para mí también.
He trabajado en todo aquello que me hacía falta, me tuve que coser yo solita para poder entregarme sin piezas faltantes, he vendido mi alma al amor, y le he prometido hacerlo bien la próxima vez.
He querido escribirte, decirte que cada vez que leo sobre aquel autor que me enseñaste pienso en ti, y me muero de ganas de decirte que me siento orgullosa de mí, que te echo de menos con mis dedos, y que te echo de más en mi cama, que perder amores me ha dolido bastante, que he estado en mi punto de quiebre y he podido salir adelante, poco a poco.
Que cada día me quiero porque tú un día me quisiste así, pequeñita, atada a ti, enredada en tu desastre, y es eso, que, la vida es dura, y hay veces que no nos gusta el mazo con el que nos ha tocado jugar, pero hay que seguir en la partida, arriesgándolo todo para ganar(te).