Por todos los besos atrapados en un suspiro. Por las veces que te llamé y no me oíste. Por ese tiempo no correspondido de llevar a cabo algo que nunca quisiste. Por buscarnos entre las llamas del recuerdo, por perdernos en cada esquina, por recuperarnos al día siguiente y por pelear por cualquier tontería. Por los desvelos en solitario, por armar monólogos sin tu presencia. Por escribirte y pintarte, por redibujarte y armar playas a tu costa. Por querer encenderte y controlar el temporal cruel de tu pecho y los huracanes provocados por el batir de tus pestañas. Por todo eso y más te quise, por callarte cuando te hacía preguntas y por dejarme a solas con esta tristeza. Siempre quise verte feliz, no te confundas. Quise matarte a golpes de risa la nostalgia, embotellar la luz de tus ojos para que cuando todo estuviese oscuro recordarte que no necesitabas de nadie si se trataba de brillar. Pero cerraste la puerta antes de que yo pudiera entrar. Echaste la llave a un lado, te dejaste caer en la cama. Y mientras yo tocaba, también llovía. Tú no sabes lo que es amar a contracorriente y no porque el mundo se venga en contra sino porque la contra la diste tú todo el tiempo. Qué quieres que te diga. Si pretendes que vuelva no hace falta llamarme porque yo nunca me fui de tu lado. Búscame, corazón. Debe haber algo de mí entre tus cosas que no hayas terminado de romper. Ahí, entre el labial rojo y el esmalte de uñas. Entre las fotos y tu música favorita. Entre el cantante que tanto te gusta y el poeta que nunca fui para ti. Búscame entre las cosas que perdiste. No me dejes caer.
Sobre el autor
Escritor peruano. Ha publicado Memorias Inmarcesibles y El rostro del invierno (Sexta Fórmula, 2020).