He redondeado esquinas para no encontrar monstruos a la vuelta y me han atacado por la espalda. He lamido mi cara cuando lloraba para recordar el sabor del mar y solo he sentido escozor en los ojos. He esperado de brazos cruzados para abrazarme y me he dado de bruces contra mi propio cuerpo. He mentido tanto que cuando he dicho la verdad no me he creído. He huido con los ojos abiertos y el pasado me ha alcanzado. He aceptado con los ojos cerrados cofres vacíos y se me han ensuciado las manos. He escrito mi vida y no me he reconocido. He querido tanto que me he olvidado. He olvidado tanto que me he dejado de querer. Pero he muerto tantas veces que ahora sé resucitar —la vida es quien tiene la última palabra—. He llorado tanto que se me han hecho los ojos agua cuando he reído, y me he besado. He fallado tantas veces que ahora sé cómo discernir los aciertos de lo inevitable. He sido derrotada por mí misma con dolor y consciencia, pero la vuelta a casa ha sido tan dulce que me he dejado ganar —prefiero mi consuelo que el aplauso—. He perdido el rumbo pero he conocido la vida en el camino. He caído pero he visto estrellas en mi descenso y el desplome ha sido un sueño. He sangrado, pero todas mis espinas han evolucionado a rosa. Y ahora mi vida huele a flor.
Sobre la autora

Elvira Sastre Sanz es una poeta, escritora, filóloga y traductora literaria española.