Mis santas progenitoras, irisadas y acrecientes cuales prismas espirituales, quítanme el peso de toda antigüedad. Si mis nubarrones epifánicos dejasen que la caridad volare, se consagrare la buena luz, la buena noche, la vista interna, mi estatua efímera, mi casa eterna.
Sobre el autor

Nací en un pueblo de Veracruz húmedo y asolador. Emigré a la Atenas veracruzana a los cuatro años, donde aprendí a cultivar la pintura, la música y la literatura, enamorándome de dichas formas de manifestar el poder de creación del que gozamos como especie. Creo en el misticismo religioso y en la transmutación del dolor a través de la fe, ciega de preferencia. Soy hombre casado y de familia, siervo de Dios. El 90 % de mis amigos son caninos. Respirar y sentir que inhalo y exhalo junto con el mundo es mi idea de paz terrena. Practico —ya sea dormido o despierto— el jazz y el ensueño.