No sé en qué momento perdí el norte que cuando lo encontré varado le conté cómo es el sur; porque: ¡como abajo, es nunca arriba! "Y me dio Dios una brújula etérea diríase eterna, cuando recién nacido..." Entonces me di cuenta, que lo perdido de mí mismo, yo mismo busqué perderlo Por ende he salido a flote de la telúrica penumbra que, si bien o mal te juzga, se reserva un veredicto, y una mayor conciencia Ahora evito revolcarme, en la sangre de las víctimas del orbe y del gendarme porque el que es Rey incorruptible, perece antes de dejarte, derramar ánima y linfa Viendo ahora en perspectiva, te pido: ¡no ser tan solo un péndulo! crea aristas más oblicuas, siempre y cuando, se defina el génesis
Sobre el autor

Nací en un pueblo de Veracruz húmedo y asolador. Emigré a la Atenas veracruzana a los cuatro años, donde aprendí a cultivar la pintura, la música y la literatura, enamorándome de dichas formas de manifestar el poder de creación del que gozamos como especie. Creo en el misticismo religioso y en la transmutación del dolor a través de la fe, ciega de preferencia. Soy hombre casado y de familia, siervo de Dios. El 90 % de mis amigos son caninos. Respirar y sentir que inhalo y exhalo junto con el mundo es mi idea de paz terrena. Practico —ya sea dormido o despierto— el jazz y el ensueño.