Me pasé la infancia sintiéndote y anhelando tu esencia en mis entrañas, sentí cómo restauraste mi alma desde su más íntimo núcleo.
Desde lo hondo ahora te necesito tanto como el universo necesita a la energía oscura.
Cumpliré mis más ansiados sueños contigo, amada mía.
En algún lugar, en alguna vida pasada fui tu esclavo, un súbdito sumiso a tu tierna y cruel voluntad.
Y aunque solo lleguen a quedar cenizas de mí, no te dejaré, no te dejaré.
Eres eso que retuerce mi alma y saca los más fructíferos deseos y pensamientos.
A la lumbre de mi muerte te necesitaré, para poder vivir, para poder morir en paz. Arraigada a lo más decadente de mi ser, donde siempre has estado, donde siempre estarás.