Sexta Fórmula

Entrevista a Joel Estrada: Un verdadero escritor debe tener pasión y amor por lo que hace

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Soy autor de la serie "Tormenta de Pensamientos", compuesta por tres libros de corte poético. Actualmente estoy trabajando en proyectos editoriales, además de mi primera novela.

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Conozco a Joel Estrada desde hace varios años —práctiamente desde mis inicios como escritor en internet— y, aunque nuestra relación se ha mantenido bajo las limitaciones de la distancia y las ventajas del mundo digital, hemos emprendido más de un proyecto juntos. Hoy, tras varios años de haber hecho su primera publicación, Joel Estrada está presentando su última producción Kintsugi, libro en el que, como sucedió con los anteriores, he tenido el honor de participar escribiendo el prólogo. Hoy vamos a hablar de eso y espero, estimados lectores, que disfruten leyendo esta entrevista tanto como yo disfruté realizarla.


¿Cuál es el significado de Kintsugi?

Como lo dije antes en una publicación de Instagram, el título de mi tercer libro viene del arte de origen japonés para arreglar las fracturas de objetos y utensilios de cerámica. Esta reparación se hace con barniz de resina mezclado con polvo de oro, y nos enseña a valorar las cicatrices. Como filosfía de vida, intenta demostrar el poder de enfrentar las adversidades sin olvidar los errores y nuestras propias cicatrices. Esto como parte importante de nuestra historia y lo que nos ha llevado a ser las personas que somos hoy en día.

Después de este libro, ¿volverás a publicar otro?

Espero que sí. Honestamente nunca planeo la publicación de mis libros. De hecho, ninguno de los tres fue planeado como tal. Esto se va dando conforme voy escribiendo. Escribo y publico, escribo y guardo algunos escritos que no llego a publicar en mis redes, y sobre ese montón de archivos que voy almacenando es donde tiene lugar la creación de un libro nuevo. Así surgieron A pesar de sus pedazos, Con amor y odio y Kintsugi. Pero en realidad no hay una planificación, no hay algo concreto con lo cual saber si después de este viene otro, simplemente se da.

Sé que una vez escribiste una historia y la terminaste por destruir. ¿Cuál fue la razón?

Ya había olvidado que te había contado eso… y la razón fue simple: miedo. Miedo al fracaso, miedo a que el escrito no fuera bueno… ¿Sabes? A decir verdad no era bueno. Todo eso lo escribí entre mis quince y diecisiete años. Comparado con mi actual manera de escribir, puedo asegurar que no era nada bueno. Pero la razón es esa: miedo.

¿Consideras que la poesía hoy en día mantiene cierta calidad literaria o los poetas “escriben por escribir?

Depende. Si con poesía te refieres a los que se autodenominan poetas, creo que hay un déficit en cuanto a la escritura. No te niego: hay autores que son fantásticos y tú y yo tenemos conocidas en común que son maravillosas: Paulina Mora, Mara Gonmarri… Y, bueno, las redes han ayudado a los artistas a tener más alcance, pero también nos han llevado a considerar a cualquier imbécil como artista, llámese escritor, poeta, actor… hay una sobrepoblación de creadores de contenido cuyo único mérito es haber encontrado en la red un remedio para evitar la miseria en la que se encuentran sumidos, y no más.

Más de una vez has dicho que no te consideras escritor, ¿a qué se debe? ¿Y cómo realmente te consideras?

Si un día decides cambiar tu estilo de vida y sales todas las mañanas a correr cinco kilómetros, ¿eso te convierte en corredor? O si un día despiertas y te gana el capricho de pintar un cuadro para adornar tu habitación, ¿eres pintor? Si cuentas con los materiales y decides, un día, fabricar, quizá, una pequeña mesa, ¿ya eres carpintero? No. Detrás de cada artesano hay toda una vida de preparación, de constancia y de disciplina. Que yo lleve escribiendo desde los quince años no significa otra cosa más que me gusta escribir. Esto lo he repetido en incontables ocasiones: cualquier pendejo escribe un libro. Y, amigo, creo que no hace falta dar nombres para que esta aseveración sea comprobada. Mira, pasa por la librería de tu preferencia, la que tú quieras (una librería comercial, obviamente) y verás que en el top, el noventa por ciento de las ocasiones hay tipos que no son escritores; o sea, los número uno en los top no son escritores. ¿Por qué? La decadencia cultural se está comiendo al mundo, y este bello arte que es la literatura no está exento. Yo escribo, sí; he publicado tres libros, sí; también he participado en un par de proyectos al otro lado del charco, publicando también, sí; pero eso no me convierte en escritor. Soy autor de mis obras, si a eso te refieres, pero nada más.

Para ti, ¿qué debe tener un escritor para ser auténtico?

Más que las ventas, más que el reconocimiento, más que la cantidad de publicaciones, un verdadero escritor debe tener pasión y amor por lo que hace. Pero, sobre todo, considero que debe hacerlo para uno mismo.

Si la pasión de escribir y el acto de escribir para uno mismo hace auténtico a un escritor, ¿no crees que eso te convierte en uno también?

Sí, es cierto que escribo para mí mismo, y si bien me gustaría que mis publicaciones tuvieran más alcance y llegaran a más gente, no es el fin. Sigo escribiendo para mí mismo, lo otro es secundario, que me alegraría bastante, pero no es el fin. Entonces, respondiendo a tu pregunta, quizá soy un escritor a los ojos del lector, porque el lector puede identificar, en mis escritos y en las opiniones que doy acerca de los que escriben por la red, cierto compromiso con este arte y aunado a, está esta cuestión de escribir para mí mismo, pero a mis ojos no lo soy. Dije que un verdadero escritor debe escribir para sí mismo, es un hecho innegable, pero también está la cuestión de lo pasional. No soy un apasionado de la escritura, no me apasiona escribir. Escribo por desahogo, por culpa, por miedo, por dolor; escribo para, de alguna manera, ayudarme, para no caer en ese abismo llamado locura, nunca por pasión. Si revisan mis redes, por ejemplo, verán que hay muy poco material y entre cada escrito hay una gran distancia, hablando en número de días. No soy alguien que publique a diario, no soy alguien que escriba a diario. Escribo cuando lo necesito. Y si me parece lo suficientemente bueno, lo subo. Y si no, simplemente no lo comparto. Pero no escribo con pasión.

Intuyo que cada uno de tus libros, aunque no estuvieron planeados como una serie, sí tienen un gran significado en tu vida. ¿Cuál es ese significado? ¿Representan una etapa o algo por el estilo?

Por supuesto. Cada uno de esos libros tiene un gran significado. Cada uno representa cierta etapa de mi vida y, pues así se fueron gestando. Por ejemplo, A pesar de sus pedazos, que fue el primero, comenzó como un… cómo llamarlo… un juego, una apuesta entre colegas, supongo. Mi plan no era escribir un libro. Ya escribía y subía mis escritos a la red, y guardaba otros que sólo leían amigos cercanos o que exponía en la universidad, porque este libro lo escribí antes de titularme, cuando todavía yo frecuentaba la universidad. Me gradué en el 2013 y me titulé hasta el 2016 por cuestiones ideológicas y personales, pero durante esos tres años estuve construyendo estos textos. En la universidad era una persona activa en los talleres; ya no como integrante, sino como espectador, como una especie de apoyo. Entonces, había ocasiones en las que celebraban, por ejemplo, el Día de la Danza, y la celebraban con coreografías, por lo que en algunos talleres era típico que quisieran combinarlas con otras artes. Recuerdo que en Danza se trabajó la opción de danzar con banda en vivo; otra opción fue la de recitar un texto alusivo a la festividad mientras de fondo los bailarines se entregaban a una coreografía específicamente montada. Y ahí es donde entraba yo con los escritos. Mis amigos más cercanos se enteraban de lo que escribía, lo leían, y uno de ellos fue el que me animó. Me dijo «¿por qué no escribes un libro?», y yo dije «perfecto, escribiré». Y comencé a juntar los escritos que yo pensé que podrían formar parte de este libro. Así surgió A pesar de sus pedazos, en una época en la que yo estaba pasando por una turbulencia emocional y donde me costaba trabajo, por ejemplo, aceptar el fin de las cosas, aceptar el fin de una relación, aceptar el fin de mi paso por la universidad, por ejemplo. Como dije, ya había egresado y tenía que titularme. Al final, bueno, me titulé y salió mi libro. Creo que representa esa etapa inmadura de mí, en la que yo era un adolescente, en cierto sentido, y por eso le guardo un aprecio especial a ese primer proyecto. Posteriormente publiqué Con amor y odio y, lo mismo que el primero, fue emocionante. El haber tenido la oportunidad de publicar mi primer libro y poder verlo físicamente me impulsó a publicar el segundo, una vez que ya tenía los textos. Tardé tres años. Con amor y odio se publicó en el 2019 y en esos tres años me dediqué a producir. Tampoco era mi intención escribir un libro, simplemente hacía mi producción literaria, por llamarla de algún modo, y almacenaba algunos textos y publicaba otros por la red. En esta ocasión fueron los lectores quienes preguntaban «¿para cuándo el segundo? », y yo pensé «¿por qué esperar a que alguien más me diga que  debo sacar otro libro, y no lo saco yo?». Así que revisé el material y vi que tenía lo suficiente para juntarlo y formar algo medianamente decente; si las personas quieren leerlo —pues no todos los textos que contiene ese libro están publicados en las redes, lo mismo que con el primero— ¿por qué no? Hay muchos textos que nunca se publicaron y que sólo existen en los libros. Así decidí sacar el segundo, y esta fue una etapa en la que yo estaba, digamos, un poco más cerca de la adultez, hablando de una cuestión mental. Entonces surgió Con amor y odio, una especie de reconocimiento de todas esas emociones agradables y desagradables que uno puede tener, una especie de reconciliación con ese pasado cargaba, que podía gustarme o  no, que recordaba ya sea con cariño, anhelo y añoranza, y con angustia, recelo, rencor y odio; de esta ambivalencia surgió Con amor y odio, que representa el descubrimiento de que la vida es una ambivalencia de emociones, que no siempre es buena, no siempre es mala; que siempre hay altos y bajos, que no es algo estático. Salió en 2019 y de ahí, nuevamente, no tenía intención de publicar un tercer libro, pero a partir de mediados de ese año (el libro salió por junio o julio, si mal no recuerdo) y todo el 2020 tuve una producción literaria extensa, y esto coincidió con el hecho de que comencé a estudiar la formación en Psicoanálisis en el Círculo Psicoanalítico Mexicano. Gracias al análisis, a todos los textos que leemos y la gran cantidad de teoría que estudiamos, pude comprender muchas cosas más sobre mí, sobre mi historia, sobre los afectos, las pulsiones, las faltas, etc., y justo por eso se dio esta gran producción literaria. Entonces, conforme iba asistiendo a mis sesiones de análisis y a mis seminarios, me iban cayendo —como decimos en la jerga psicoanalítica— bastantes veintes. Y yo lo que hacía era escribirlos. Varios de esos veintes se convirtieron en ensayos finales de cada seminario que he cursado, y varios de esos textos y fragmentos de los mismos forman parte de mi tercer libro, Kintsugi. El 2020 fue un año muy difícil para todos por la pandemia y justo por eso mismo no pude publicarlo en ese año, porque la idea inicial era esa, así que decidí dejarlo madurar. Lo revisé en incontables ocasiones, hacía correcciones, agregaba textos, quitaba otros que me parecían ajenos a la esencia o al propio libro y al final el resultado que tuve fue un cierre de todo ese caos, de toda esa turbulencia que venía tratando de superar desde el 2016 o, mejor dicho, desde el 2013, cuando egresé de la universidad. Esa resolución, esa aceptación, el entendimiento, se vieron reflejados en Kintsugi. Y al ver la producción literaria, los textos e incluso la calidad de ellos no pude negarme a compartirlos con más personas, porque considero que no tienen desperdicio y que, si se comparan con mis anteriores, dan un gran salto en cuanto a calidad. Son textos, a mi parecer, más introspectivos, más profundos, más íntimos, más personales. Decidí publicar el libro tras haberle dado un tiempo para madurar y, una vez hecho, di ese paso que faltaba y aquí está.

Si un adolescente de quince años te pide consejos para convertirse en escritor, ¿qué le dirías?

Yo le diría que escriba. Recuerdo a un adolescente que, un día, me pidió un consejo similar. Me dijo que algún día le gustaría escribir como yo y me preguntó: «¿Cómo haces para escribir de esa forma?». Esta persona me contactó por las redes, atraído por mis textos dedicados a Isadora, y hoy es alguien a quien aprecio bastante, que me ha ayudado muchísimo y que admiro. Ese consejo que le di —si podemos llamarlo de esa manera— funcionó bastante bien. Entonces, guiándome por esa experiencia, le diría lo mismo a ese hipotético adolescente que espera un consejo de mi parte. Le diría lo mismo que le dije a esa persona, le diría lo mismo que te dije a ti: escribe.

Gracias por haber hecho referencia a esa época en que estaba iniciando en la escritura. Que lo sepas —te lo digo de paso, aprovechando—: aún mantengo esa admiración por lo que escribes. Bueno, es curioso porque por entonces eras muy hermético en las redes sociales para mostrarte. Todos conocían a Joel Estrada por sus textos pero no por su rostro o por su voz. ¿Esta, digamos, obsesión por querer ocultarte, tenía algo que ver con tu forma de ver el mundo? Quiero decir, y tomando tus palabras, escribías a modo de catarsis y compartías tus textos si es que podían ayudar a otros, pero por sobre todas las cosas escribías para ti. ¿Era tu objetivo que ese modo de actuar tan introspectivo se reflejara en la imagen de tus redes, al mostrar tu caos pero ocultar tu identidad? ¿O esa imagen era una simple casualidad colateral? Desde luego, hoy eso ha cambiado. Al menos en tus redes personales te muestras tal cual eres. El misterio se acabó. ¿Qué te hizo cambiar de opinión?

No, mi estimado, ninguna de esas razones. El motivo principal por el que yo no mostraba mi rostro y no grababa audios leyendo mis textos era simplemente porque: número uno: me gusta la privacidad; y número dos, no me gusta hacer las cosas con mala calidad. Es decir, yo no podía grabarme leyendo porque en aquel entonces no contaba con los medios necesarios para hacer un audio decente; no tenía los conocimientos necesarios para editar el sonido una vez grabado, o para emparejarlo con un vídeo y subirlo como ahora lo estoy empezando a hacer en YouTube, incluso en mis redes con algunos pequeños fragmentos. No tenía los medios, entonces no iba a dar este resultado. Y si bien lo que estoy creando ahora no tiene una calidad profesional, creo que es mucho más decente de lo que pude haber hecho antes. Para mí es simple: si no voy a hacer las cosas bien, no las hago. Hablando de la privacidad, vamos, tú sabes que la cuido con recelo. Es mía. Simplemente. Esos son los dos grandes motivos. Con respecto a qué me hizo cambiar de opinión, creo que fue el hecho de madurar, de crecer, de ya no ser aquel joven de veintitantos años. Tengo treinta y dos años, Hache, cada año me vuelvo más viejo. Si bien no es una edad muy avanzada, tampoco es una muy temprana. Hay ciertos cambios, como comenté anteriormente, mi objetivo no es escribir para otros y llenar auditorios al recitar mis escritos, ni vender millones de copias de mis libros, pero creo que el hecho de que le puedan poner un rostro a mis letras me ayuda mucho a llegar a otros lugares, a más lectores. Y, como bien lo mencionas, si mis textos pueden ayudar a alguien, ¿qué mejor que hacerlo de la manera adecuada? En este caso es mostrándome, para que el lector sepa y vea que soy uno más del montón, ¿no? Es una especie de mensaje. Me sucedió mucho, en mis inicios, con Isadora, por ejemplo, que mis lectores idealizaban la imagen de Joel Estrada. Tenían una idea errónea sobre mí, y yo no me sentía cómodo con esta idea que todos cargaban. Entonces es una manera de decirle al lector: mírame, soy igual que tú, no somos tan diferentes. Es básicamente eso.

¿Cuál es tu autor más admirado y qué libro suyo te habría gustado escribir?

A ver, en realidad tengo dos autores admirados; no al mismo nivel pero van por ahí. Uno de ellos, mi autor más admirado, al que yo podría colocar en un pedestal, es Haruki Murakami, autor japonés, que escribe novelas, no poesía. Pero me encanta su manera de redactar, de contar las cosas, su manera de componer una obra. Para mí es fascinante. Y uno de los libros que me hubiera encantado escribir, aunque sé que nunca podría hacerlo más que en un universo paralelo, es Crónica del pájaro que da cuerda al mundo. Otro autor es Paolo Giordano y el libro es La soledad de los números primos. Son dos de mis libros favoritos; dos de mis autores favoritos. Con eso respondo a tu pregunta.

¿Escribes algún diario? ¿Te imaginas, en un futuro, publicar tus memorias?

No, no escribo ningún diario. He pensado en hacerlo, pero mi obsesividad no me deja… Podría pensarse que para una persona obsesiva sería fácil escribir un diario, pero en mi caso no porque soy un obsesivo con la limpieza, no podría escribir un diario porque cuando escribo un texto —de lo que sea— hago muchos tachones y rayones, voy escribiendo como la mente me va dictando, y si, de repente, se me cruza otra idea, borro la anterior, la cambio, comienzo a hacer una mezcla, una especie de puzle de tachones, rayones y letras… No, no podría soportar ver un cuaderno así de sucio, lleno de impurezas. Me he imaginado, sí, lo he pensado. He pensado en contar cómo se ve la vida desde mis ojos, por ejemplo: muchos piensan que el tema con la muerte que hay detrás de mis textos lo manejo en mi vida con humor… creen que, los mexicanos, no tenemos ese tabú y por eso hablamos de la muerte con tal naturalidad, sin mencionar la cantidad de violencia por la que atraviesa el país, pero no hay nada más lejos de la realidad. El tema de la muerte, tal como yo lo abordo y lo veo, no es broma. Cuando digo que quisiera desaparecer, no lo digo en broma o porque suene poético en un escrito; no lo digo porque se pueda romantizar esta frase, no. Lo digo en serio. Me he planteado escribir sobre estas cuestiones tan simples o cotidianas de la vida y publicarlas algún día. Sería una manera de hacer que la gente pueda ver a través de mi mirada y, quizá —suena muy ambicioso, pero quizá—, podrían también entenderme. Entender por qué pienso lo que pienso. Parafraseando lo que diría Diego Ruzzarin (¿Por qué sabes lo que sabes?), la gente entendería por qué pienso lo que pienso, de dónde viene, por qué veo así las cosas, por qué, en lugar de ver el vaso medio vacío o medio lleno, simplemente veo un vaso. Un vaso y ya está. Un recipiente con un líquido dentro y nada más. Y por qué me empeño en asegurar que en el fondo no hay nada. Al final, en el fondo de todas las cosas, para mí no hay nada. Por qué tanta obsesión, de mi parte, por el vacío, por la nada, por el abismo, por esa falta que nos atraviesa a todos y de la que pocos somos conscientes… Sería un gran proyecto, considero. Pero también tendría que invertir mucho tiempo que, por el momento, lamentablemente no tengo. Espero más adelante poder tenerlo. Y también estoy esperando a madurar un poco más mi escritura. Si hago esto, una especie de memorias, no quiero que sea como los libros que he publicado. Si bien hay un gran salto de Kintsugi con respecto a los dos anteriores, quiero que, al menos en este proyecto, haya un salto aún más grande en cuanto a mi estilo y calidad, en el vocabulario utilizado, etc., no me gustaría que fuera algo simple, sino algo difícil de entender. No pretendo formar parte de autores como Paulo Coelho que puedes leer en cinco minutos; me gusta pensar que puedo dar más, que mis escritos duelen, y con ello en mente, me gustaría que, cuando leas mis memorias, digas: «no puedo seguir porque me está destrozando la vida, me está haciendo infeliz, me está rompiendo las bolas haciéndome entender su postura, su percepción del mundo, su visión y tiene toda la maldita razón». Eso es lo que busco. Eso es lo que me gustaría. Podría decir que eso es lo que he buscado todo este tiempo con mis escritos. No romantizar, no ayudar a superar las pérdidas, no ayudar a entender las cosas, no. Lo que intento es desestabilizar al lector. Por eso los comparto, porque considero que, cuando uno no cuenta con ese equilibrio, el instinto lo obliga a encontrarlo para no caer y para mí eso es muy importante, porque sólo así podemos avanzar: en el desequilibrio total. Ojalá que en algún futuro se dé, pero, siendo objetivo, falta mucho para eso.

La siguiente pregunta alude al vídeo que Joel Estrada subió a su canal de YouTube (haz clic para verlo).

¿Qué te inspiró a escribir el texto del vídeo y qué parte del escrito es sincero y qué parte es sólo ficción?

La inspiración del texto No volveré a escribir que está en el vídeo, vino, como casi todos mis textos, de una crisis. Y estando en crisis lo único que quieres es salir de ella. ¿A quién le gusta estar en un estado como tal de inestabilidad? A nadie. Si bien son necesarios dichos estados para poder encontrar un equilibrio y conseguir avanzar, un estado constante de inestabilidad tampoco es bueno. Entonces, cuando me encuentro en estos pequeños brotes de alguna crisis (pérdida, estrés, confusión, llámalo como quieras…), utilizo a la escritura para salir de ellos, pues, como en el mismo texto menciono, ella me ha ayudado mucho a encontrar respuestas que no encuentro en ninguna otra parte. La escritura ha hecho lo que ni la terapia analítica o cualquier psicólogo o psiquiatra ha logrado: darme paz, darme calma, darme ese equilibrio que necesito. Porque cuando uno va a una terapia, va lleno de muchas cosas. Llega a la terapia, vomita todas esas cosas, pero el terapeuta no se las queda; el terapeuta lo que hace con ese vómito es armar fragmentos y se los devuelve al paciente, y el paciente sale de la terapia con todo su vómito, pero con algo de orientación. Finalmente el paciente es quien tiene que hacer el trabajo de hallarle una forma a todas esas cosas medio armadas por el terapeuta, terminarlas de armar e integrarlas en sí. Es decir, a una terapia no vas a desprenderte de nada, vas a recibir todo de vuelta, de ahí que sea tan necesaria. Para mí, la escritura es distinta a ese proceso. La escritura me da la posibilidad de sacar eso en el momento que lo necesito, y dejarlo ahí. Es como lo mencionaba en algún escrito también: para mí un escrito dura lo que duro escribiéndolo y paso a otra cosa. Entonces, en mis crisis, escribo, saco eso que quiero sacar, en el preciso momento en que lo necesito, y sigo adelante con mi vida, porque ya comprendí, no a la perfección, pues no estoy diciendo que la escritura da todas las respuestas del mundo. Pero al menos me da cierta pauta para decir que veo las cosas desde otra perspectiva, un poco más claras. Y si a alguien le sirve ese escrito, va para las redes; si considero que no puede ayudar a nadie, simplemente lo dejo junto al montón de escritos que tengo guardados. Porque en algún momento lo volveré a consultar, pues soy consciente de que más adelante va a volver o cosas similares van a suceder y entonces necesitaré sacar las armas nuevamente para afrontar los nuevos problemas. Ese escrito salió de una crisis y, en esta ocasión, todo es sincero, en absoluto. La escritura, ciertamente, me dio mucho, tanto que no podría terminar de agradecer, pero me quitó mucho más. Eso es cierto. Si bien la mayoría de mis escritos, como lo digo yo, en tono de broma, son historias reales basadas en la ficción, este podría ser un escrito que se aleja de todo eso. Este escrito es completamente sincero. No hay nada de ficción en él. No hay escenarios ficticios que haya sacado de alguna película, novela o plática callejera… No hay sentimientos, tampoco, ficticios sacados de otros sitios y combinados con los míos, no los hay. Todo lo que expresa ese escrito es sincero, es real, pero no voy a dejar de escribir. Verás, la escritura me ha creado ciertos conflictos en mis relaciones amorosas: parejas que piensan que lo que escribo es para alguien más, específicamente para una relación anterior. Eso me ha traído consecuencias. Pareciera que es difícil entender que escribo por catarsis y que me remito al pasado para rescatar algún afecto sobre el que quiero trabajar para comprenderlo mejor, y todo ese proceso lo convierto en un texto para intentar darme una respuesta. El texto del vídeo es sincero porque todo lo que he plasmado en él lo siento y lo pienso, incluso con el pasar de los días: que quiero dejar de escribir por los problemas que me causa, pero no he tomado aún esa decisión. Eso es algo que conviene aclarar.

¿Llegará el día en que para Joel Estrada la escritura deje de ser una especie de terapia y pase a ser una actividad meramente creativa? En el plano narrativo, quiero decir. ¿Escribirías una novela? Puede que no lo planees, pero ¿por lo menos lo has imaginado? De ser así, ¿qué género te gustaría abarcar? ¿De qué trataría tu novela?

Me gustaría pensar que sí, que algún día la escritura me permitirá desarrollar todo eso que hay dentro de mi cabeza y, por supuesto que escribiría no una, sino varias novelas si pudiera hacerlo. Yo encantado. Y claro, muchísimas veces lo he imaginado, pero no me atrevo a dar ese paso aún. Siento que no estoy preparado. Todavía me falta madurar muchísimo para estar a la altura. En algunos textos intento contar una historia, intento darles este tinte novelesco, pero no doy un paso más allá. Siento que a mi escritura le falta mucho todavía, al menos para conseguir escribir una novela o, como mínimo, para tener un resultado que a mí me parezca decente y digno de compartir. En cuanto al género, no lo sé. Me gusta mucho, como ya lo comenté, la escritura de Murakami y si algún día escribo una novela, me gustaría seguir sus pasos, ¿sabes? No a modo de imitación, sino a manera de homenaje. Seguir sus pasos pero con mi toque. Eso me gustaría. Y, básicamente la novela o las novelas que me gustaría escribir serían más introspectivas. No podría decirte como tal de qué tratarían, pero sí puedo decirte que me gustaría que hablaran sobre la vida, sobre el mundo, sobre cuestiones que pueden pasarle a cualquiera, desarrollar respuestas a preguntas que muchos se hacen y que se preguntan si habrá alguien más que también se hace esas mismas preguntas.

Hemos llegado al final. Me ha encantado esta charla y me siento feliz de haber tenido la oportunidad de darte a conocer un poco más a los lectores. Considero que soy muy afortunado, pues no todo el mundo tiene el privilegio de poder entrevistar a un escritor que admira. Gracias, Joel, por tu tiempo, tu gran disposición y, por sobre todas las cosas, tu amistad. Gracias por compartirle al mundo tu arte. Creo que, aunque no te lo esperes, muchos encuentran refugio en tus palabras, comenzando por mí. Un abrazo a la distancia.

Al contrario, Heber, al contrario: yo te agradezco a ti la oportunidad de haber tenido esta charla y gracias por abrirme esta puerta para ser conocido en otras plataformas, por darme un sitio en tu proyecto, Sexta Fórmula, por permitirme formar parte de él. Estoy enteramente agradecido por eso. Por la amistad, por los consejos y porque nunca has dejado de cuidarme desde que comencé con la publicación de mi primer libro. Siempre has estado ahí para resolver mis dudas, para aclarar mis confusiones, para echarme una mano en cuanto a la composición, por ejemplo, de mis textos, incluso en el diseño de los libros. Eso te lo agradezco infinitamente. Y también espero lo mismo. La gente sigue encontrando refugio en las palabras, no sólo en las mías, sino en las tuyas, en las de los grandes escritores, en los clásicos. Creo que la escritura en general y la lectura son un buen refugio. Nuevamente muchísimas gracias por esto, gracias a quienes estén leyendo esto, gracias a quienes leen mis textos, a quienes adquieren mis libros, a quienes comparten el material que publico, porque gracias ustedes, Hache, es que yo soy lo que soy. Un abrazo, mi estimado, hasta Perú desde México.

El nuevo libro de Joel Estrada se puede adquirir a través de Amazon y Lulu con envío a cualquier país.

Sobre Joel Estrada

Licenciado en Pedagogía por la Universidad Pedagógica Nacional de la Ciudad de México y actualmente cursando la formación en Psicoanálisis en el Círculo Psicoanalítico Mexicano, Joel Estrada lleva escribiendo desde hace varios años, principalmente en las redes sociales Tumblr y Facebook.

A través de distintos medios de difusión, ha sido leído por miles de lectores de distintos países y, desde el año 2016, integra el proyecto literario Sexta Fórmula como autor y miembro del equipo administrativo. Bajo este sello ha publicado la serie Ceniza y Tinta, conformada por las antologías poéticas A pesar de sus pedazos (2016), Con Amor y Odio (2019) y Kintsugi (2021). En su trabajo se puede apreciar un notable manejo de las expresiones poéticas y los recursos estilísticos, ofreciendo de ese modo un arte escrito respetable, que evita el facilismo y permite, a quien lo lea, introducirse en ese limbo literario que sólo pocos escritores pueden crear con sus textos.

Joel Estrada lleva un ritmo de producción literaria activo y se le puede continuar leyendo en su blog de WordPress y en el blog oficial de Sexta Fórmula.

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