Quisiera sentir la agonía que se ha atado a tu alma ¡ay! que lloro contigo amada ¡Perdona! que tardé más respirando sin sentir vida: mi diáspora en lontananza Me hallo ahora postrado sirviéndote en el suplicio ¡tan solo cargo tus flores! Son tantas las bendiciones que he podido recopilar fruto de tu beneplácito Quisiera ser la mitad de bueno aunque sea en un solo sueño, de la cosecha de tus afectos En tu alma se regocija el espíritu de la divina grandilocuencia, por ende existes en sacrificio: Porque es locura tu amor que da a raudales su todo sin esperar jamás, nunca... nada Nada que necesites, yo tengo; empero me ofrendo entero como parte de tus pasiones Ha sido el orden de tus amores la cándida y firme brújula que al fin me hizo ver las estrellas
Sobre el autor

Nací en un pueblo de Veracruz húmedo y asolador. Emigré a la Atenas veracruzana a los cuatro años, donde aprendí a cultivar la pintura, la música y la literatura, enamorándome de dichas formas de manifestar el poder de creación del que gozamos como especie. Creo en el misticismo religioso y en la transmutación del dolor a través de la fe, ciega de preferencia. Soy hombre casado y de familia, siervo de Dios. El 90 % de mis amigos son caninos. Respirar y sentir que inhalo y exhalo junto con el mundo es mi idea de paz terrena. Practico —ya sea dormido o despierto— el jazz y el ensueño.