Convencido de que esta realidad no es del todo buena, soy capaz de soportarla y aceptar los designios de la existencia.
Y no sería capaz si no fuera por ese pedacito de infinito que tengo en mi alma.
Ese pedazo de infinito hace que mis sistemas filosófico y emocional se mantengan al margen de lo correcto y soportable.
¿Qué sería de mí sin ese hermoso accidente del azar?
¿Qué sería de mí sin ese bálsamo que sana mi universo cuando un agujero negro está a punto de destrozarme?
Ese pedazo de infinito tiene un lugar fundamental en mi ínfima alma.
Alma que está fragmentada y sin ganas de existir.
Soy el huracán y soy la calma.
Soy cristal y soy metal.
Puedo serlo todo y a menudo sentirme nada.
Moriré. No sé si mañana o dentro de sesenta años.
Solo sé que cada en segundo de mi existencia te necesitaré para poder sobrevivir.
Mi pedacito de infinito.