Cruzando los rincones más ingrávidos de mi alma, volando involuntariamente por mi memoria, decaigo.
Eres ese recuerdo involuntario que acontece cuando mis demonios atacan.
Me abrazas y, con una ternura infernal, me acaricias a la luz de mi tenue imaginación.
¿A caso no sabes lo mucho que te pienso?
¿A caso no sabes el trasfondo de mis palabras?
A menudo se me escapa la razón.
Al quedarme solo, con las velas apagadas, siempre estás ahí.
Vamos, hala el gatillo.
Vamos, dispara, di que no me amas.