Quisiera que tuviéramos una oportunidad, que la suerte, por una vez, nos besara en la frente, y tu cuerpo en mi cuerpo provocara el milagro de una estrella fugaz que dibuje tu nombre en el cielo apagado que coronan mis años. Dame la mano y bailemos en las horas de este otoño, sobre las sombras marchitas de un verano que se ha muerto, recemos, mirándonos fijamente, por la suerte de encontrarnos y el delirio de tenernos. Hay una luz en tu voz que me arrastra a tus orillas, y encuentro ruinas perfectas en los surcos de tu boca; amanezco en tu sonrisa de futuro y primavera, y quieren todos mis sueños irse a vivir a tu cama. Lloro por ese mañana que va a negarnos la vida, por todo lo que no vendrá a vestirnos de alegría, por las madrugadas rotas de pena y desesperanza, por la soledad imparable que azota nuestra agonía. Ojalá fueras destino, felicidad y consecuencia, que el karma hubiera empacado tu existencia de regalo, y te trajera hasta mí desde más allá del tiempo para amarme sin reservas y componerme en tu abrazo.
Mara Gonmarri