Después de mucho escupir agua me sigo ahogando y tras el manto de un arrullo a doble mano debo fingir a ratos que la calma se sienta a dibujarme un arco de sonrisa aquí donde se queman las piedras porosas el pulso de una sierra en pleno corte de faena la letra roja que en el hierro se me junta voraz con los tendones de mi espalda mientras me arrastras hacia la orilla sin necesidad alguna de golpearme en la cara (Esperaba sin duda ser rescatado) Oculto los sarcomas me muerdo el paladar mientras tus ojos son amor y son colonia de baño ovillo la lengua pues quiero verte los muslos quiero verte izada en tierra firme así sea a media asta Sé que también el verde de tu calma es mentira de las blancas la piel de una ballena que pretende ocultar a Leviatán como un sol entre los dedos que incluso en pleno traje salvavidas tú quieres reventar de la desgracia que nos tocó vivir en carne propia que te muerdes la garganta que te tragas la sangre como púas de estramonio pero haremos felices a los astros peatones que nos miran parpadeando desde sus butacas Iremos mintiéndonos de a gotas mintiéndole también a la cámara expertos en el tren de este espectáculo siempre pisando el escenario como quien baila Te estiras hacia atrás y te me ondeas con la falda volando a pies desnudos rompemos la cuarta pared con los ojos en blanco a ver si de tanto disimulo vendrá por fin un día el árbol de la acacia ya lejos de la arena y seremos niños de pecho entre su barro y sus raíces.
Carlos Cavero