Escapé de mis propias cenizas con el corazón pútrido en mi interior. Mi refugio cálido es la oscuridad de mi habitación, un pedazo de miseria humana carente de vitalidad. El dolor desgarrando mi garganta en solo un síntoma de vivir. Crecer como hiedra aferrándose a un aliciente temporal. Mis pies descalzos se han hundido en la hierba fresca, el sol en mi piel interfiere en mi estado de ánimo, me hace sonreír un poco, solo un poco. Me abruma la cantidad de energía que brota de la naturaleza, mi respiración junto al murmullo de los árboles es mi paz instantánea. Crecer en sentido contrario para evitar las tormentas ruidosas. Las noches pálidas son cada vez más intratables y familiares, una manera extraña de echar de menos a mis emociones retraídas. Mis pensamientos más absurdos y tétricos me han invadido con fuerza, hundiéndome en mi propia laguna infestada de remordimientos. La resignación ha llegado a consolarme sutilmente. Crecer rompiendo el concreto y estimular mi agonía. Estoy viva, con el aire en mis pulmones, la sangre recorriendo cada parte de mi ser, con mis ideas estancadas en un sitio infernal y decadente; siento no tener las fuerzas necesarias para salir de este asedio desgastante. Mis raíces han tomado su lugar con una fuerza inquebrantable. Crecer para evolucionar y florecer a través de mi resiliencia. Las hierbas, las flores, la tierra, los atardeceres y las aves, son los únicos que me hacen sentir un poco viva, su esencia filtra en mis oídos, mi olfato, mi piel y mi vista. De las escasas sensaciones que encienden mis emociones. siento su conexión directa hacia mis sentidos con fuerza. Crecer para liberarme de mis miedos. Me he alimentado de mis propias tormentas, hogueras y huracanes, me han proporcionado debates interminables con mi mente, largas noches de insomnio, llantos y frustraciones. Estoy atada instintivamente a la tierra bajo mis pies, al aire invadiendo mi cuerpo y las plantas que se asemejan a mi ciclo vital. Crecer y ser una más de ellos, dejando las páginas poéticas de oscuridad.
Sobre la autora

Adriana Jonie (Bolivia), escribe poesía, ensayos, terror y ciencia ficción. Apasionada por las letras y la literatura, asimismo realiza reseñas y análisis de obras literarias y autores clásicos en su blog Aquelarre Literario y su cuenta de Bookstagram con el mismo nombre, promoviendo de esta manera el hábito de la lectura a través de varias plataformas digitales. Empezó escribiendo en un sitio para creadores literarios, donde tiene publicado su primera novela «Hablando con la Luna» (2015), ganadora del concurso de microrrelatos de terror Últimos Minutos (2019), otorgado por Meraki Book Club, su relato «Catarsis» (2020), ha sido seleccionado para ser parte de una antología de relatos de mujeres para mujeres denominado «A través de la herida y la sanación». «El Krampus» (2020), un microrrelato de terror, ha sido parte de una antología de terror navideño para la revista mexicana Rigor Mortis, su último escrito «No Supliques» (2020), forma parte de la antología llamada «Vida o Muerte», de Especulativas, de la ciudad de México.