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¿Cómo hacer una crítica? – por Lau Moirè

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El sándwich de mierda

La palabra «crítica» tiene mala prensa. Si vamos al diccionario, dice: «conjunto de opiniones o juicios que corresponden a un análisis que puede ser positivo o negativo».

Como bien dice la definición, se puede criticar positiva o negativamente, pero, de forma inconsciente, siempre asociamos la crítica con lo negativo. Por eso es que, muchos de nosotros, preferimos usar la palabra «devolución». Aunque las devoluciones pueden ser también negativas, la palabra tiene otra cadencia y no suena tan mal.

Nadie está preparado para una crítica. Escribimos y lo hacemos de la mejor forma que nos sale y creemos que con eso basta.

El modo en cómo tomamos las críticas, es para otro capítulo. Tiene que ver con muchos otros rasgos, como la humildad de tener en claro que no somos Borges, por ejemplo.

Del mismo modo, no todos saben hacer críticas o devoluciones. Tienen una idea errónea y creen que ser crítico, es ser cruel, duro, rígido y no es así. Creen que hacer una crítica es lo más parecido a ser un asesino serial y, la verdad, hacer una crítica es mucho más parecido a ser un maestro que a otra cosa.

Es cierto que nuestra crítica tiene que establecer con claridad aquello que no nos gusta, pero, como bien lo dice su definición, puede (y debe, según creo) mencionar aquellos aspectos que nos parecieron rescatables. De allí el término «sándwich de mierda».

Este concepto fue acuñado por un tal Ben Horowitz, un CEO que escribió un libro hablando sobre el duro camino al éxito de las empresas emergentes. En «Emprender y liderar una startup», Horowitz habla del emparedado de caca.

¿En qué consiste?

Muy simple:

Se empieza felicitando (rebanada de pan nº 1), luego se da el mensaje difícil (la mierda) y se termina recordando lo mucho que se valoran fortalezas (rebanada de pan nº 2).

Convengamos que no siempre la mierda es mierda. Muchas veces son pequeñas cosas a cambiar. Y también es cierto que, muchas veces, habrá sánguches (en argentino), que tendrán rebanadas de pan tan finas como un papel. Está en el arte y la astucia de quien critica destacar lo rescatable sin dejar de mencionar lo otro.

Para ser claros, de nada sirve un sándwich de pan. «Pan con pan, comida de zonzo», decía mi abuela y es verdad. El halago termina perjudicando. Pero tampoco es posible comer mierda siempre.

Para hacer una devolución, es imprescindible emplear la empatía. Ser empático es empatar, estar de igual a igual con el otro, entendiendo que es digno de mi respeto, lo mismo que yo. Es comprender sus circunstancias y pensar qué me pasaría a mí si escuchara lo que estoy a punto de decir o escribir.

De ese modo, si tenemos suficiente inteligencia emocional y conversacional, haremos nuestra crítica como si lo hiciéramos a nosotros mismos.

Es claro que solo damos lo que tenemos.

Sobre la autora

Aficionada en casi todo. Le gusta pintar con acrílicos, dibujar mandalas, mirar fútbol, escuchar heavy metal e inventar historias que, quizá, no sucedieron. No se llama a sí misma escritora, sino «inventora» de historias. Luego de 30 años de haber terminado la escuela secundaria, vuelve a los libros para estudiar el Profesorado en Lengua y Literatura y así, dejar de ser autodidacta en algo. Puede que luego, título en mano, se anime a publicar un libro de cuentos.

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