Vuelve mi niño herido, mentiras son los tumores; cualquier toro rebufará en el claustro del espejo. Quiero contarte un cuento: Había un ciprés en tu jardín, borboteante fuente de insectos; arriba, abajo, caliente su dulce savia regaba. Contaba las lunas completas, disfrutaba los días, aún los de poda. De la frente del jardinero recibía el agua salina bronceada, le merecía sosiego. Los niños vestidos de adultos eran su fiel cofradía, dando sus vueltas regaban de júbilo y por generaciones el paraje junto al castillo. ¡Pereció entre colores! dando su vida preciosa sin entierros, sin alertas, mirando que lo miraban solo de reojo los caza fantasmas.
Sobre el autor

Nací en un pueblo de Veracruz húmedo y asolador. Emigré a la Atenas veracruzana a los cuatro años, donde aprendí a cultivar la pintura, la música y la literatura, enamorándome de dichas formas de manifestar el poder de creación del que gozamos como especie. Creo en el misticismo religioso y en la transmutación del dolor a través de la fe, ciega de preferencia. Soy hombre casado y de familia, siervo de Dios. El 90 % de mis amigos son caninos. Respirar y sentir que inhalo y exhalo junto con el mundo es mi idea de paz terrena. Practico —ya sea dormido o despierto— el jazz y el ensueño.