
Oh Natasha, Natasha | Miguel Ángel Salinas Gilabert
Desde que te marchaste, ¡oh, Natasha!, echo de menos tus incomprensibles palabras. Continúa leyendo Oh Natasha, Natasha | Miguel Ángel Salinas Gilabert
Desde que te marchaste, ¡oh, Natasha!, echo de menos tus incomprensibles palabras. Continúa leyendo Oh Natasha, Natasha | Miguel Ángel Salinas Gilabert
El día en que Moisés emprendió su larga travesía por el desierto, ningún amigo le siguió. Continúa leyendo ¿A dónde vamos? | Miguel Ángel Salinas Gilabert
Cuento sobre animales depredadores y depredados. Continúa leyendo La piraña vegetariana | Miguel Ángel Salinas Gilabert
Hacía tiempo que su esposa se había marchado de casa, dejándole como recuerdo el hijo de ambos. Continúa leyendo La mamma | Miguel Ángel Salinas Gilabert
Después de la molienda de la última pelea, sólo deseaba una cama para poder descansar y restañar las heridas. Continúa leyendo El luchador enmascarado | Miguel Ángel Salinas Gilabert
El sorprendente caso del cuerpo incorrupto de San Argimiro, santo patrón de los taxistas. Continúa leyendo El milagroso caso de San Argimiro | Miguel Ángel Salinas Gilabert
Por entonces mi padre me advirtió que aquella chica no me convenía. “Ese trabajo suyo es flor de un día”, fueron sus palabras. Continúa leyendo Zarandeado | Miguel Ángel Salinas Gilabert
¡Ay, Ramón, mi Ramoncín, cuánto te estoy echando de menos! Continúa leyendo Siempre tuyo, Ramón | Miguel Ángel Salinas Gilabert
Me pregunto, quién hoy día escribe cartas… Por lo visto, una tal Elisabeth Aldrin, de Manchester. En tu carta, si es que entendí bien tu inglés, me anunciabas que tu hijo vendría pronto a visitarme… Continúa leyendo Me pregunto, hijo mío | Miguel Ángel Salinas Gilabert