¿Te acuerdas cuando yo estaba duro y tú estabas buena? Ahora a ti parece que te ha pasado un autobús por encima y a mí un tren. Y sólo han sido años, un montón de soplidos sobre tartas que en lugar de cumplir los deseos, los hacían volar lejos de nuestras manos. Y no, no nos enterró aquella vecina morena que decía hola con el escote, ni nos mató el masajista que te enseñó que el punto G también estaba en la espalda. Hemos sobrevivido a insultos y a celos, a la droga de la rutina, a las tardes de siesta, a películas con el mismo final, el mismo asesino, la misma lágrima. No ha podido con nosotros el fin de mes, ni los recibos apilados sobre la mesa, ni el otra vez lentejas para comer, ni los anuncios de la tele donde cualquiera era más feliz de lo que debía. ¿Te acuerdas cuando tú decías fóllame y yo te hacía el amor? Ahora nos cuesta acercarnos para darnos un beso, como si nos bastara mirarnos para sabernos. Y no sucumbimos a los secretos, ni la nostalgia nos robó la paciencia, tampoco el reloj decidió en nuestra prisa. Cuando teníamos el presente entre las manos, el futuro nos cabía en el siguiente abrazo. Salimos ilesos de nuestras propias guerras, a veces fuimos rehenes y otras el enemigo. Éramos los mismos que firmábamos la paz y que planeaban el siguiente ataque. Alguna vez perdimos, lo reconozco. Pero nunca, nunca, nunca, nos dimos por vencidos. ¿Te acuerdas cuando al principio no sabíamos qué hacer con las promesas? Y fuimos tan felices que nadie, absolutamente nadie, apostaba por lo nuestro. De hecho, creo que ni siquiera nosotros. Y sin embargo, ya ves aquí estamos, cumpliéndonos el para siempre.

Ernesto Pérez Vallejo nació en 1979. Vive en un pueblo pequeño de Cádiz: Campamento-San Roque. Escribe desde muy pequeño para salir ileso. Canta mal y en la ducha, no sabe tocar ningún instrumento, ni hacer muñecos graciosos con plastilina. Le gusta el mar desde fuera y el amor desde muy dentro. Su superhéroe favorito es su padre, su color preferido, el azul daltónico. De mayor siempre quiso ser hombre y a veces cree que está a punto de conseguirlo. Sueña siempre pero solo lo recuerda si son sueños eróticos. Le gusta Bukowski, con él aprendió lo amplia que puede ser la literatura y lo fácil que es amarla lejos de los colegios. Odia las multitudes, el exceso de poder y de maquillaje, la música alta en los coches, cualquier guerra que no sea de almohadas, cualquier almohada que no sea compartida. Pero sobre todo, odia odiar. Ama la vida. Piensa que hay pocas cosas más crueles que la duda y también duda de eso. Si alguien le preguntara, hoy o mañana, qué es lo que más le sorprende del mundo, diría sin pensarlo dos veces: Que alguien se detenga a leerme. Así que, en su nombre, otra vez, gracias por la sorpresa.
-
Ernesto Pérez Vallejohttps://sextaformula.art/biodata/ernesto-perez-vallejo/
-
Ernesto Pérez Vallejohttps://sextaformula.art/biodata/ernesto-perez-vallejo/
-
Ernesto Pérez Vallejohttps://sextaformula.art/biodata/ernesto-perez-vallejo/
-
Ernesto Pérez Vallejohttps://sextaformula.art/biodata/ernesto-perez-vallejo/
Categorías