Es difícil terminar el año sin ti, sin los mensajes de todos los días, sin nuestra rutina establecida de preocuparnos mutuamente sin decirnos una sola palabra, sin tu presencia a la distancia, sin tus manos abrazando la falta, sin tu constante perseverancia, sin tus abrazos que todo lo llenaban.
Claro que te echo de menos, pero estamos mejor así: lejos.
Cariño, tenlo por seguro que, en mis 12 uvas, todos los deseos serás tú.
Pero por favor, prométeme algo:
Haz todas las cosas que me prometiste en tu coche escondidos del tiempo para que no nos atrapara en la nada, mira toda esas películas que juramos verlas juntos, ya sabes, Interestelar y Scarface; viaja a todos los lugares que teníamos apuntados en la lista, quiere a tantas personas como me querías a mí, como pretendías quererme a mí.
Supongo que es parte de crecer esto de romperse en pedazos, de mirar hacia delante con las lágrimas en las mejillas, el corazón en la mano y ser nuestro propio arquitecto de palacios bombardeados.
Sí, es triste terminar el año sin aquella persona con la que esperabas empezar el siguiente, de la mano y viendo hacia un futuro ojizarco.
Feliz año nuevo, amor.
Y como diría Suárez: “Cuídate, nos debemos la vida.”
Paulina Mora