Un amor platónico no es aquel que no puedes conseguir, sino ese que aun pudiendo lograr no tuviste el coraje de intentarlo. Ese que tienes clavado como un interrogante en el pecho, un pasado aferrado a la nostalgia, un «tal vez» que disfrazaste de «no» porque dolía menos oponerte a ti mismo, que cualquier negación ajena.
Lo que duele pasado el tiempo no es el «qué hubiera pasado entonces», sino el «qué estaría pasando ahora». No poder volver atrás y hallar la respuesta ya sea para pasar página o para quedarte en ella lamiendo las esquinas y subrayando todas las frases que una vez planeaste decirle a su boca. Dice Sabina en una canción que «no hay nostalgia peor que añorar lo que nunca jamás sucedió», y no puedo estar más de acuerdo. Así que, si en una de estas volvemos a quedarnos suspendidos en una mirada en la que el futuro se nos abre de piernas, espero que tengas una respuesta preparada. Porque no pienso dejar que la incertidumbre me robe ninguna hora más de sueño. O los duermes conmigo, o bostezo sin ti.