Sexta Fórmula

Amor de agosto – Odemaris Ramírez

Web | Otras publicaciones

Administración - Redacción

Categorías

Aquel agosto fue el mejor de todos para mí, no importa el día exacto. Conocí al hombre de mis sueños, el más guapo (al menos para mí lo era). Ese día yo andaba enojada, quién sabe por qué. Iba camino a casa, luego de ir a dar un paseo sola. De pronto, mis ojos se cruzaron con los suyos, unos ojos de color café claro que, en contraste con los rayos del sol, me deslumbraron.

Él estaba en una esquina, nos vimos y desviamos la mirada a una, lo que me causó gracia. Luego de actuar tan torpemente, volví a buscar sus ojos; él ya me estaba viendo de nuevo, y sonrió. Esa sonrisa… ¡Oh Dios! Acompañada de las comillas que formaban sus hoyuelos, que encerraban una poesía tan hermosa. Involuntariamente también sonreí, fueron quizás unos segundos, pero para mí se había congelado el tiempo, no quería irme de sus ojos, pero debía continuar mi camino. Pasé frente a él y volví a verlo. Me dijo «adiós» y me guiñó el ojo.

Le respondí y me fui. El coraje que cargaba se me olvidó y no paraba de sonreír. Al cabo de una semana salí de casa, con los audífonos puestos, escuchando mi canción favorita, cuando alguien se acercó para caminar a mi lado. Sentí miedo de pensar que podría ser un asaltante y a la vez un gran deseo de que fuera aquel chico.

Le bajé volumen a la música y dirigí mi mirada a un lado. Literalmente sentí algo, a lo que le llaman mariposas en el estómago. Era él, me dio una sonrisa y me saludó; le respondí el saludo.
Se presentó y me preguntó mi nombre. Le pedí de forma traviesa que adivinara, y siguió caminando junto a mí. Mencionó varios nombres; claro, no adivinó. Luego de unas risas se lo dije. Platicamos un rato y yo le dije que ahí entraría. Él se fue y me agradeció haberlo dejado acompañarme.

¡Qué alegría sentía ese día!

Así sucedió varios días, me acompañaba cada vez al mismo lugar: al gym. Y al fin me dijo que ya no resistía más y me pidió mi número telefónico. Accedí.

Y empezaron las largas llamadas nocturnas, hasta la madrugada. Me cantaba al oído y, lo que más me enamoraba: me dedicaba poesía.

Mi agosto iba terminando y continuamos así; cada día me acostumbraba más a él. Pasaron las fiestas patrias, llegó octubre y de una manera muy especial me pidió que fuera su novia. ¿Cómo decir que no? Acepté emocionada.

Fuimos novios seis meses, fue la mejor época de mi vida hasta ahora. Tuvimos que separarnos por cuestiones de la vida, realmente no tuvimos opción; nos despedimos con un beso y nuestros ojos llenos de lágrimas.

Nos dijimos «hasta pronto», y no nos hemos vuelto a ver. Todavía sueño con verlo regresar. Quizá no pase, pero me gusta pensar que así será. Imagino que él también me piensa por las noches y que me dedica todavía algunos suspiros…

Sobre la autora

Soy de Guatemala, tengo 24 años. Siempre me ha gustado escribir, aún tengo que aprender mucho sobre poesía. Pero disfruto lo que hago. Mi mayor sueño es algún día poder escribir y publicar un libro, o más.

Shopping cart close